¿Será que los caminos me traen aquí?

¿Será, justo aquí donde debo de estar? Puedo sentirme incómodo por un tiempo, y quizá no me dé cuenta, pero.. ¿Será el lugar indicado donde estoy?  ¿Cómo identificarlo?...

Quizá llegó el momento de dejar de resistir.  Tal vez el camino fue arduo y doloroso.  Pero me equivoqué, ¿Éste es mi lugar?  La vida me ha golpeado, me ha arrastrado, me ha destruido. Pero, ¿Quizá antes de todo eso no era consciente de todo lo bueno que hay en la vida?

Nuestro día a día está plagado de pequeñas decisiones por ejemplo; el horario de levantarme, el vestuario a utilizar, como emprender mi agenda, la optimización de mi tiempo, de hacer algo diferente, divagar en algún tema... entre otros... 

Es raro preguntarnos sobre el tema de nuestras decisiones, lo hemos automatizado al grado que ya lo consideramos una rutina, o una simple lista inconsciente de hacer; el hecho de hacer un recorrido que no nos percatamos sobre pequeñas decisiones, las que debemos de tomar y que pueden considerar un cambio significativo, hemos relegado esa posibilidad con el hecho de sentirnos cómodos.

Pero cuando nos toca en verdad enfrentar un dilema y sopesar todo un abanico de posibilidades, nos encontramos ante un hecho que lo que genera es embargarnos en una incertidumbre; y como no estamos tan acostumbrados, terminamos muchas veces tomando malas decisiones, pero en este punto quisiera sumar otra variable; un factor como la ignorancia que nos genera comodidad y el cierto grado de condescendencia.

Llegamos a un punto de preguntarnos ¿Habría tomado la decisión adecuada? Y ¿Esa cuál es? Primero quizá no estamos acostumbrados a hacer una parada necesaria, reflexionar, retroalimentar, a hacernos ese tipo de cuestionamientos, cuestionar nuestras decisiones, la autocrítica. Llevamos un camino recorrido que no nos hemos preguntado ¿Aquí es dónde debería de estar? 

Entonces, quizá sea hora de ir retomando nuestro diálogo interno esa introspección de validar nuestro relacionamiento como seres gregarios.

Quizá necesitamos el contraste para realmente apreciar lo que la vida tiene para cada uno, y lo más irónico que no lo percibimos, y está en los pequeños detalles, quizá es empezando a afinar nuestro sentir, nuestra percepción y valorar las buenas vibras en cada momento de la vida y del tiempo.