Las bajas temperaturas son comunes para estos últimos días del año, noviembre la antesala de este fenómeno que nos hace añorar los espacios de buscar alternativas de encontrar la calidez, y a veces es inevitable que se nos desbordan sentimientos, quizá el frio es la provocante de sentir ausencias y estas sean marcadas, de extrañar momentos, de divagar en pensamientos felices, cálidos, tiernos, cursis, melancólicos, donde en algún momento nos sentimos queridos, de enfocar nuestras energías en momentos y espacios donde nos sentimos cómodos. >> de extrañarte.
Falta poco para empezar noviembre para volver a escuchar “pensar en nuestros seres queridos” es una forma de tenerlos cerca…., que nos duele tanto las ausencias, que sabemos que en algunas las familias están incompletas, personas que amamos no están cerca, la persona que amas quizá no este; el hecho que los cementerios estén llenos evidencia un fuerte vínculo con esta fecha y pandemia nos ha limitado esa posibilidad de encontrarnos, el comentario inmediato sería; porque esa necesidad de recordarlos, ¿de visitarlos? ¿De congregarnos?
Solo sé que la marimba, tun, tambor, chirimía, como trance para llevarte a pensar en esas convivencias con tus seres queridos, acompañada por el olor a copalpom, puros, incensio, la luz de las velas, la exageración de flores forzando una primavera en ese pequeño espacio, el olor a hoja de pino, ciprés, hoja de pacaya que adorna las tumbas, la posibilidad de recostarte y sentir el suelo, hasta el olor de las bebidas que se sirven en los pequeños guacales, del güisquil cocido, jocote, trocitos de caña, limas, naranjas (recuerdos aquellos cuando teníamos la dicha de ir a cortar al regadío) ,, y a todo esta y el COVID?. Hasta se nos limitó esa posibilidad de poder correr con un barrilete, de aprovechar esos vientos.
Pero a pesar de ello aún tenemos los atardeceres, el aprovechar la calidez de los que tenemos cerca, de decir lo que tenemos dentro, de escribirle a la persona que nos mueve… al final esperamos que las ausencias y se tenga a las personas que queremos a nuestro alrededor.
Los cementerios han visto las mayores emociones reflejados a flor de piel. Los mayores lamentos y remordimientos, las lagrimas mas amargadas y el dolor más desgarrador.
¿Por qué duele tanto la muerte y apreciamos tan poco la vida?
Damos por sentado que la vida nos durara una eternidad y no vivimos al máximo los momentos de felicidad que tenemos.
Hay momentos, momentos en la vida que quisiéramos estar muertos y otros en los que no se devuelven el aliento y la ganas de vivir.
Se puede ir de la vida a la muerte, pero nunca volver a la vida después de la muerte.
Así que si amas hoy demuéstralo si ofendiste a alguien pide perdón y si te ofendieron perdona.
Disfruta la vida y se feliz.