Crónica del ascenso al volcán de Guatemala

Guatemala como la mayoría nos explica es un país mega diverso, por su condición topográfica y orográfica en 108,882  kilómetros cuadrados nos encontramos con 14 zonas de vida y movilizándonos podemos pasar por diferentes micro climas,  además forma parte del cinturón de fuego, una cadena volcánica que incluye a los países centroamericanos, actualmente se cuenta con tres volcanes activos, una de ella recientemente junio 2017  por la erupción del volcán de fuego causo estragos y hasta la fecha el gobierno no ha podido solventar y reubicar a las familias que residían en las faldas del volcán, regresando a los volcanes, en este territorio se cuenta con 37 ubicados en diferentes departamentos.

Siempre he tenido la inquietud de poder subir volcanes, de hecho, me propuse poder subir una por año hasta poder terminar los 37 y sería interesante ir sumando a personas que están en mi círculo para poder animarlos a retomarlos.   La limitante quizá ha sido la inexperiencia en poder realizar un ascenso reconociendo que es una actividad que requiere y exige condiciones tanto físicas y de salud como de equipo básico para no morir en el intento.

Uno de los volcanes más visitados por su ubicación y el tercero de los más altos del país es Acatenango 3,976 msnm, se sabe que hay una temporada para poder subir los volcanes y una de ellas cuando hay alta presión es decir “frío” esto ayuda para que se encuentre uno las mejores vistas y el cielo despejado para apreciar un amanecer o un atardecer, pero en mi mundo aun limitado por sus implicaciones y el reto para retomar una escalada a una altura como el de Acatenango.  Por falta de experiencia inicie con Chicabal, Ipala, el de fuego, Jumay, cada una resulta una experiencia gratificadora.

Sali de Chimaltenango en el bus a las 6:15 pm con la esperanza de encontrar movilización, en la mochila solo tenía presente llevar sudadero, chumpa, bufanda, linterna, frutas, un pan, alegrías (barra de amaranto), panes, encendedor, agua 3 lts, baterías extras, celular, avisar a una persona externa, cargador portable.  En principio la idea era acampar, pero por recomendaciones de lugareños es mejor tener un ascenso nocturno y poder llegar hasta el amanecer y disfrutar. Creo que llegue muy temprano a la “Soledad”, comunidad antes de llegar a Yepocapa, ayudó contar con luna llena y vientos normales porque estaba despejado, entonces tocó complementar las provisiones, buscar café y una cena un tanto decente. Es muy fácil pedir información en el lugar casi todos tienen referencia y conocen a algún guía local, derivado toco esperar a que dieran a las 10:00 para poder iniciar con el ascenso.

Pareciera complicado ascender de noche, pero con un guía eso se resuelve además se puede sorprender uno con el paisaje nocturno.  La primera parada obligatoria es el área de pago con las recomendaciones principalmente en tiempos de Covid-19, hay varios puntos de descanso, entonces uno puede acomodarse a su ritmo y no sobre exigirse, aunque personalmente prefería seguir mi caminata para no resultar envuelto en un titiriteo de las mandíbulas por tanto frio.  12:30am Una parada necesaria es la conejera:  Me sorprendió la venta de chocolate, café, sopas y hasta alquiler de una cama si uno está urgido de descansar.   Reconozco que fue mi parte más dura de viaje, un frio penetrante, que no pudo resolver un café, el agua que uno lleva pareciera que se congelara, no ayuda la fricción de manos y el agotamiento que uno lleva del ascenso se acumulan en ese parón; al consultar al guía, menciona que es recomendable salir de la conejera a las 2: 00 a 3:00 de allí para no sufrir el frio estando en la parte más alta.

Siguiente parada:  La “ye”  “la Orqueta”,  aunque la “ye” es el último tramo boscoso que se tiene y el nivel de pronunciamiento del recorrido se duplica lo que implica mayor esfuerzo y el cansancio que uno lleva acumulado  al llegar allí es necesario buscar fogata que es muy marcado el nivel de frio con el que uno se topa.  La ventaja es que Pablo (guía), se encargó de poder conseguir la leña, es un reto debido a la humedad que prevalece en el lugar dificulta iniciar una fogata, y no está demás comentar que las manos no son tan alidadas ni tampoco están tan habilidosos para la manipulación de la leña ni otros objetos.  La Recomendación es salir a las 5:30 de la “ye” debido a que el amanecer es entre 6:15 a 6:30 am, el mismo principio no estar mucho tiempo en la cima por el nivel de frío que implica.

El último tramo le hace honor a su nombre “La Maldita”  es el último tramo que conlleva la cima unos 600 mts lo más pronunciado, que queda como parte de la “orqueta”, la complicación es la pendiente y una mezcla de arena volcánica, entonces, es como subir dos pasos y retroceder uno, allí si vale la pena contar con un apoyo (bastón) que regularmente el guía recomienda llevar uno, en ese lugar es específicamente donde se usa, en mi recorrido la inquietud ella llegar a la cima y  tener presente que ya eran a las 5:45  entonces motivaba el esfuerzo para ir a conocer y estar a esa altura.

No puedo describir la belleza de estar a 3976 metros sobre el nivel del mar, y poder ser testigo de un amanecer en su digna iridiscencia y que de manera gradual se deja ver con una imponencia que espero se pueda reflejar en los videos y fotos que adjunto en esta crónica.  En el cráter si uno aún tiene ánimos de caminar puede hacer el recorrido, porque en cada punto hay mucho que admirar: el mar de nubes, los pueblos, los cerros, los demás volcanes, los lagos, bosques, la arena volcánica y el atractivo principal el Volcán de fuego en su actividad característica.

Pd: Algo que aprendí es no preocuparse de la compañía, a pesar que no era día de ascenso había un aproximado de 200 personas en ese amanecer, hay con quien se puede tener una conversación y compartir datos sobre el volcán, eso sí como recomendación principal, es ir con un guía o sumarse a un grupo y estar pendiente de los pronósticos climáticos.  By: Cadejo.